Entrevista a Kenny Noyes

Judit Florensa
CALAMITY JANE 2.0
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Entrevista a Kenny Noyes

Charlando con Kenny sobre su recuperación y su primer libro. Su deseo - ayudar a todos aquellos que se encuentran pasando por un proceso similar.

Mucha gente quiere saber en qué punto de la recuperación estás.

Diría que estoy en un punto medio, o sea, bastante avanzado pero viniendo de muy lejos. Al principio casi no podía moverme, ni levantarme, ni hacer nada de manera autónoma. Ahora me defiendo bastante bien y creo que estoy en un buen punto porque voy progresando, aunque la recuperación sea muy larga. La primera mitad del proceso es la más difícil y crítica, mientras que la de ahora es progresiva. 

A la gente le gusta seguir tu evolución en las redes sociales. ¿Cuándo decidiste empezar a compartir todo este proceso?

Desde el primer momento. Mi padre se debía a la gente y tenía que informar a muchísimas personas que se interesaban por mi estado, así que estuvimos conectados con todos ellos desde el principio, cuando estaba en la UCI. Ha habido una interacción continua con toda la gente, que nos han dado muchísimos ánimos y que me han mantenido motivado para seguir mostrando mi trabajo y mi progresión. También se ponen en contacto conmigo por Twitter u otras vías para aconsejarme tratamientos para mejorar. Espero que mi caso haya ayudado a personas que también están pasando por un mal momento.

¿Qué parte es la que se ve más afectada en una lesión como la tuya? 

Lo mío no es como romperte un hueso o una lesión medular, que también es duro, pero tienes muy claro lo que te pasa desde un principio. En mi caso, tengo afectación a todos los niveles, ya que el cerebro lo controla todo, así que estoy trabajando en mejorar todos estos aspectos de forma progresiva. Digamos que primero hemos ido arreglando los problemas más gordos y, a medida que he ido avanzando, hemos ido afinando. Hay un montón de pequeños detalles que ni los pensamos, porque son cosas que aprendimos cuando éramos niños y que yo los he tenido que volver a aprender. 

También estáis trabajando en el sueño. ¿Lo podríamos incluir en el proceso de recuperación? 

Es uno de estos detalles que te comentaba antes. Es un problema que ni siquiera sabía que existía. Cuando salí del hospital no tenía ningún orden ni horario establecido. Dormía mucho durante el día, que en parte era necesario para la recuperación del cerebro, pero entré en un bucle que no me permitía avanzar. Fui a la clínica del sueño del doctor Estivill, me hicieron una serie de pruebas y llevo con medicación desde entonces. Además ahí se dieron cuenta que padecía apneas y eso afectaba a mi estado de ánimo y de fatiga. 

¿También vas al logopeda?

Sí. Parte de la dificultad que tengo en el habla es por las placas que llevo en la cara. Tengo mucha rigidez en las articulaciones del rostro y es lo que más trabajo está costando de solucionar. Al logopeda fui por mi padre y por recomendación del doctor Mir. Hago unos ejercicios específicos y también trabajo la fuerza de la lengua - porque no tenía casi nada - o el diafragma.

Podríamos decir que la recuperación es un trabajo en el que inviertes las 24 horas del día. 

Sí. Soy afortunado porque tengo la suerte de poder trabajar en una segunda oportunidad y, en parte, es gracias a la gente que ha donado a mi campaña de GoFundMe. Cada día evoluciono más. Es un no parar. Hay cosas tan simples como ver la profundidad de la pared, apreciar las texturas o distinguir los botones de la chaqueta. Antes lo veía todo plano y ahora, a medida que el cerebro va mejorando, voy apreciando más detalles. Yendo en coche, por ejemplo, tampoco veía nada. No me daba cuenta ni de que había gente andando. No me fijaba. Era como ver un cuadro o una foto en la que no aprecias la profundidad, solo lo que está en primer plano. 

Tienes la agenda más apretada que un ministro. ¿Trabajas todos los días? 

Hay ejercicios que practico cada día, como los del logopeda. También trabajo el equilibrio a diario, y el resto me lo distribuyo a lo largo de la semana. Un día voy a Step by Step, otro al gimnasio Metropolitan, otro al Fisio o a AlterG (la cinta antigravedad), y así sucesivamente. También voy a la clínica del doctor Gálvez y a Visio3.

Kenny y Judit en Metropolitan Gran Vía | Copyright: Santi Díaz

Tu evolución ha sido muy bestia teniendo en cuenta las expectativas iniciales de los doctores. ¿Te imaginaste poder llegar a este punto?

A mi mujer le dijeron que me iba a quedar en estado vegetal. En un primer momento no me dieron muchas esperanzas ni opciones de sobrevivir. Mucha gente dice que después del primer año no se mejora, y la verdad es que cada persona es diferente, pero la evolución llega. Más lenta o más rápida, pero llega. Hay quien deja de trabajar el primer año porque ya no nota grandes cambios, y es un error, ya que, de repente, puedes empezar a avanzar un montón en un área determinada. En mi caso, por ejemplo, he tenido una evolución importante este año, y eso que es el cuarto después del accidente. No es cierto eso de que llega un punto en que no progresas, aunque lo cierto es que tienes que poner muchísimo de ti para conseguirlo. 

¿Te imaginaste llegar a este punto tan rápido? 

Para mí no ha sido rápido. Para mí es muy lento, una agonía. Y eso que yo no he vivido todo lo otro, la peor parte. Eso le tocó vivirlo a mi familia y a mi mujer. Me han quedado un montón de secuelas físicas, pero no he perdido la esencia ni la personalidad. 

¿Te planteaste volver a la competición?  

Sí, me lo planteé cuando pasó un año de mi accidente, pero la neuropsicóloga de Guttman me hizo una pregunta que me dio que pensar. Me preguntó que para qué quería correr, si para ser mejor que los demás o para ser mejor de lo que yo era antes. No lo había pensado pero la realidad es así. Antes mi objetivo era siempre mejorar para ser el más rápido donde competía y siempre he pensado que en el momento en que no pudiera mejorar de un año a otro me retiraría. Mi objetivo es volver a ir en moto, pero no competir. 

 ¿Y cuando vas a volver a coger la moto?

¡Ya la cogí! Al principio de la recuperación era como un niño pequeño porque nada me daba miedo. De hecho, probé conducir el coche, la moto y hasta monté en bicicleta. Sin embargo, a medida que he ido mejorando, me he vuelto más consciente y racional. Hasta el año pasado -2019- no volví a coger un coche o a montar en bici. Es importante no ponerse límites. Cuando estaba en tratamiento ambulatorio, mi mujer insistió en que probara el simulador de coche que tenían en Guttmann, pero le dijeron que no podía porque a nivel cognitivo no estaba preparado. Al ver que no me iban a dejar, ese mismo fin de semana fuimos a Motorland para intentar conducir el coche y probar la moto. Así que es importante no limitar a la gente que está trabajando para mejorar. Cada persona es un mundo y tiene unas fronteras y margen de mejora distinto. Hay que intentarlo todo porque, poniéndote a prueba, se te activan un montón de cosas que, de otra forma, estarían dormidas. 

¿Qué supone para ti compartir el proceso de rehabilitación con tu familia?

No habría llegado hasta aquí sin ellos. Han estado metiéndome caña desde el primer momento. La que me pone más en apuros es mi madre. Es una santa con todo el mundo, pero a mi me 'putea' para que lo haga todo por mí mismo. No me acerca ni el mando de la tele. Mis padres, que viven en EEUU, igual que mi hermano, se van turnando para pasar en España el mayor tiempo posible. Cuando no están aquí, mi suegra también me ayuda muchísimo.  

 ¿Y tu mujer, Iana?

Es el cerebro externo. Lo hablamos todo, se lo consulto todo. Ella ha sido fundamental en mi recuperación porque se ha enfrentado a los médicos y les ha cuestionado todo. También porque es la que mejor me conoce y podía leer mis expresiones aún estando en coma. Se compinchaba continuamente con mi hermano. De no ser por ellos, mi progresión hubiese sido mucho más lenta. 

¿Qué meta te has planteado?

Mi objetivo general es tocar rodilla con la moto. Bromas aparte, el propósito es estar lo mejor que pueda y poder trabajar para alguna empresa del sector.

¿Y qué objetivo tienes más a corto plazo?

Poder ir en coche al gimnasio, conduciendo yo. Otra meta sería poder viajar en avión para ir a casa de mis padres, que está en Estados Unidos. Lo he cogido una vez desde entonces, y fue para ir a Bulgaria, a ver a la familia de mi mujer. Fueron más de tres horas de vuelo, un buen primer paso. Pero todo esto son objetivos físicos. Ahora el mayor propósito que tengo entre manos es sacar el libro. Voy por el cuarto capítulo, que es el de mi juventud en Miraflores. 

Copyright: Cintaamericana | Foto: Santi Díaz

Ya que sacas el tema de tu primer libro, que se llamará "Los retos de Superbike, Moto2 y Glasgow 3", cuéntanos cómo surgió la idea. 

La idea surgió viendo la cantidad de gente que está pasando por algo parecido, que han sufrido un traumatismo craneoencefálico, ya sea en accidente de coche o cayéndose de una silla cambiando una bombilla. Son muchos los afectados y es difícil conseguir información. Para mí, la diferencia entre que una persona mejore mucho y pueda salir de esto a que no lo consiga, es consecuencia directa de lo informada que está la familia. Los primeros meses son muy importantes y la manera de afrontarlos por parte de los familiares es decisiva en el resultado, en cómo te vas a quedar. 

Por suerte, la medicina ha avanzado muchísimo últimamente y cada vez se saben más cosas sobre el cerebro. Es un campo super complejo y aún queda mucho por conocer pero, en comparación a lo que sucedía hace 20 años, ahora, la gente con traumatismo craneoencefálico, puede llegar a tener una vida normal. El problema es que los médicos siguen siendo muy cautos y te intentan poner en la peor tesitura y eso, a veces, pone freno a una posible recuperación. Con el libro quiero demostrar que hay esperanza y que, aunque la persona esté muy grave, hay posibilidad de salir adelante.

Quiero dar pautas a la gente, enseñar casos prácticos que puedan ser útiles para las familias, que son los que mejores te conocen. Nadie mejor que ellos va a notar tus reacciones y apreciar tu evolución. La base del libro es que mientras haya vida, mientras la puedas palpar, hay que luchar.

¿Crees que tu caso, siendo un accidente en circuito, puede ser útil para todo el mundo? 

Desde el ámbito de las carreras siempre vas pensando en que te puede pasar algo. Y cuando pasa, buscas la manera de solucionarlo. Mi familia reaccionó de forma muy proactiva, se informó una barbaridad y se movió muchísimo, pero no todo el mundo lo afronta así. Digamos que en el mundo de la competición estamos más en guardia, más preparados, pero ahora imagínate que una persona al azar recibe una llamada y le dicen que su mujer, su marido o su hijo ha tenido un accidente y que vaya al hospital. Seguramente se le caerá el mundo encima y no sabrá cómo reaccionar. Y esa reacción es lo primordial. Si tú estás preparado o tienes acceso a información, todo es más fácil. 

El primer capítulo de tu libro es impactante porque empieza en el momento en que despiertas del coma. 

Sí, porque es mi primer recuerdo. 

¿Qué más nos puedes adelantar de lo que vamos a encontrar en el libro?

El libro será también un resumen de mi carrera deportiva, de mis vivencias, tipo biografía. Habrá muchas anécdotas y cosas vividas en las carreras. Como la de la época que estuve de compañero de equipo con Xavi Forés, él con la 600 cc. y yo con la 1000 cc. Xavi estaba desesperado porque tenía mucho chatter y solo le pasaba a él. Yo sabía que era rápido, así que fui a pista y vi como le rebotaba la moto. Aquello me impactó mucho porque era la primera vez que veía desde fuera un neumático rebotar así.

Estás haciendo el libro a través del método de Indiegogo. 

Es una plataforma para financiar libros, ideas, inventos… Nuestra idea es hacer una edición limitada que será súper chula. La gente que lo compre podrá tener el primer capítulo por adelantado, en inglés o en castellano, en un formato muy guapo y con un prólogo hecho por una personalidad del mundo de las dos ruedas que ya veréis quién es... Digamos que la gente que lo compre pagará un poco más de lo que cuesta pero ayudará a financiar la propia creación del libro y, después de haber recibido ese primer capítulo, mandaremos el libro firmado. 

Tu caso es especialmente complejo y costoso por el tipo de lesión.

Sí. La verdad es que es muy complicado porque es tanta la atención que necesitas, tantas cosas que tienes que cubrir, que no acaba nunca. El habla, la visión, fisioterapia, equilibrio, dermatología (porque tienes unas alteraciones y trastornos impresionantes en la piel)...Y nosotros hemos costeado la mayor parte, a pesar de tener una cobertura “ilimitada” de la Federación. Al final llegó un punto en que tuvimos que elegir entre hacer eso o comer, y por eso abrimos la campaña en GoFundMe. No había otra forma de costearlo. En ese sentido quiero comentar que es muy importante guiar a los pilotos y a sus familias cuando se hacen daño. Nos han preguntado muchísimo sobre qué hacer en casos de lesiones graves y hemos ayudado en todo lo que hemos podido, pero creo que esa respuesta y ese servicio lo tendría que prestar la Federación. De momento, a través de mi fundación, nos encargamos de asesorar y echar una mano en lo que podemos. 

Copyright: Cintaamericana | Foto: Santi Díaz

¿Cómo valoras la implicación de la gente?

Es brutal. Si no fuese por la gente que me ha ayudado a través de GoFundMe, no estaría donde estoy, ¡lo tengo clarísimo! Cada vez que alguien dona me sorprende. Hay personas que donan 5 euros y te dejan un mensaje alucinante. Me envían unas cartas super emotivas, y lo agradezco a todos personalmente. He enviado mensajes a todo el mundo y he tenido conversaciones muy bonitas con muchísimos de ellos.

¿Crees que tu mentalidad ha cambiado en algún aspecto después de tu accidente?

Ahora veo mucho más el peligro en cosas pequeñas, como el hecho de subir a una silla para cambiar una bombilla. Antes no me daba cuenta de todos los peligros. También le doy mucho más valor a la vida. Es como una segunda oportunidad y veo lo bonito que es todo. 

¿Te has vuelto mucho más estricto con temas de seguridad? 

Lo de la seguridad es un tema relativo porque, por ejemplo, me impresionó mucho ver el vídeo de mi caída en Motorland. Fue muy lenta, muy normal, pero la moto rebotó en el muro y me golpeó en la cabeza. Lo importante es que no haya cosas cerca, que haya escapatorias grandes y que tengan grava. De hecho, modificaron la curva donde tuve el accidente. Me he dado cuenta de que lo peligroso de verdad es chocar contra algo, que haya cosas cerca o que te atropellen, además de los cambios bruscos de velocidad. 

A pesar de estar volcado al 100% en la recuperación, sigues a tope con tu escuela de pilotaje, el Noyes Camp.

Estoy muy contento por cómo está yendo ahora. Al principio era más como mi hobby y forma de entreno, mientras que ahora lo enfoco más como negocio y comparto las responsabilidades con mi mujer. Viendo que difícilmente iba a poder trabajar para alguien, había que plantear la escuela como un negocio para poder cubrir parte de los gastos de recuperación. Además, estoy muy contento con los monitores y disfruto mucho ayudándolos. Ferrán Sastre está arrasando en dirt-track y Gerard Bailo tiene la meta fijada en las 24h de resistencia, además de Kristian Daniel Jr, un pilotito americano a quien también apoyo desde pequeño.

Si el día de mañana tus hijos te pidieran ir en moto, ¿cómo reaccionarías?

Los apoyaría en lo que hicieran, como si me dicen que quieren ser skaters… Lo de esconder las motos lo probó mi padre conmigo y no funcionó. Intentó que hiciera mil cosas, como béisbol o baloncesto, pero lo que más me gustaba a mi era subirme a las motos de pruebas que traía a casa.

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