(SUB)-CAMPEONES

Fermín Villar Chavarría
MONZA'83
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(SUB)-CAMPEONES

“El segundo es el primero de los perdedores”. Esta frase, atribuida a Ayrton Senna—pero quién sabe si el astro brasileño la habría oído previamente de algún otro deportista—era una frase que solía repetir el parco y duro Michael Doohan.

Pero… quedar segundo en un gran premio del mundial de motociclismo, ¿es una derrota? O, ahondando en la pregunta: ¿ser subcampeón del mundo es un fracaso?

La mayoría de los que leeréis esto seguro que alguna vez, en algún momento, soñasteis en ser pilotos del campeonato del mundo, ya que los sueños siempre acompañan a la pasión. Algunos quizá habéis llegado a competir y, apurando un poco más al estilo Schwantz en las frenadas, tal vez alguno de vosotros corrió en el mundial. Y los que no, quiero pensar que habéis visto algún GP en directo. Y habréis alucinado, como nos ha pasado a todos, en ver cómo frena, cuánto inclina o dónde abre gas cualquiera de los pilotos que ha participado en el mundial. Y sabemos que hay y ha habido pilotos buenos, pilotos muy buenos y pilotos fuera de serie.

Pensad en todos ellos de nuevo y repetid la pregunta: ¿ser subcampeón del mundo es un fracaso?

Decía Oscar Wilde que no hay preguntas indiscretas sino respuestas indiscretas. Así pues, vamos a repasar nombres destacados para tener más argumentos para la respuesta a nuestra pregunta. Pero centrándonos en pilotos que no han ganado nunca—algunos, de momento—ningún título mundial. No saldrán los nombres de todos los subcampeones sin título pero, al final de este texto, aparecerá el nombre que nos pondrá a todos de acuerdo.  

Cuando el pasado 22 de noviembre arrancó la última carrera de la temporada de MotoGP, había tres pilotos en pista que habían sido subcampeones tanto en Moto3-125 como en Moto2-250: Mika Kallio, Miguel Oliveira y Álex Rins. De ellos, Rins podía salir de Portugal siendo, además, subcampeón del mundo de MotoGP, lo cual le hubiera convertido en el tercer piloto de la historia en ser subcampeón de tres categorías distintas sin haber ganado ningún título. Al final la segunda posición en la tabla de puntos final fue para Morbidelli. Y, seguramente excepto Kallio, todos tienen todavía tiempo para ganar algún título.

Los otros pilotos aún en activo—y por lo tanto con más o menos opciones de poder ganar un título—que ya han sido subcampeones son: Marini, Arbolino, Canet, Di Gianantonio, Fenati, Miller y Smith (aunque en el momento de escribir esto, Aprilia aún no ha confirmado si Bradley va ser su piloto en 2021). Y debemos añadir también a Scott Redding, que sigue activo en el mundial de Superbikes, del que es precisamente vigente subcampeón mundial.

Pero mejor recordemos y revivamos más nombres de corredores ya retirados o fallecidos, empezando por el irlandés Reg Armstrong. Entre 1949 y 1956 ganó 7 GPs que le ayudaron a conseguir cinco  subcampeonatos con cuatro marcas distintas—AJS, Norton, NSU y Gilera—aunque ningún título. En 1962 y 1963 fue el “team manager” de Honda contribuyendo, ahora sí, a cinco títulos mundiales.

Youichi Ui, el Subcampeón del Mundo de 125cc en 2000 y 2001

Otro caso interesante es el del finlandés Teuvo Lansivuori. En 1973 quedó segundo en el mundial de 250 y también segundo en el de 350. Y en 1976 añadió un subcampeonato en 500 quedando a 24 puntos del primer título de Barry Sheene. Lansivuori y Armstrong… ¿fracasaron?

Sheene repetiría titulo en 1977  dejando por detrás otro subcampeón de nombre ilustre: el norteamericano Steve Baker. Esa misma temporada Baker llegó a ser campeón del mundo de la Fórmula 750, categoría a la que siempre acompaña diferencias de valoración entre los aficionados.

Avancemos hasta 1981 bajando a la categoría de 125. Ese año, un joven Loris Reggiani, con una Minarelli, quedó segundo en el mundial del “octavo de litro”. Posición que igualaría ¡once años después! en 250 con una Aprilia, la marca para la que el mismo piloto había logrado en 1987 la primera victoria mundialista.

Entonces, la pregunta del principio…

Sigamos ahora con una serie de subcampeones mundiales de apellidos potentes, conocidos y, la mayoría, reconocidos. Veamos algún nombre de las categorías “extintas”. En 50 destacó, entre muchos otros, Aalt Toersen, dos veces consecutivas subcampeón por detrás de nuestro maestro “12+1”. Y en 350 pilotos como el belga Didier De Radigues, Tom Herron o el interesante caso del checoslovaco Franta Stastny, quien, entre 1957 y 1969, participó en el mundial en las tres categorías grandes, siempre a lomos de la también checa Jawa, ganando 4 GPs (uno en 500cc) y siendo subcampeón del mundo de “tres y medio” en 1961.

Volvamos a 125: Chas Mortimer, Ezio Gianola, Hans Spaan, Bruno Kneubühler, y los japoneses Noboru Ueda, Youichi Ui, Masaki Tokudome o Tomomi Manako. Pilotos que lograron victorias y nos dejaron peleas y carreras para disfrutar. Incluso algunos de ellos se jugaron el título en el último gran premio de la temporada y fueron campeones “virtuales” durante algunas vueltas. Pero no se llevaron el número 1…

O los de “dos y medio”, empezando por el malogrado e inolvidable Renzo Pasolini, siguiendo con Greg Hansford, Jean François Baldé o los alemanes Manfred Herweh, Reinhold Roth, Helmut Bradl o Ralf Waldmann, que llegó a ganar… ¡20 GPs!

Sin olvidarnos de dos pilotos elegantes como Roberto Rolfo y Sebas Porto y, de nuevo, con los “japos” de la clase intermedia: Ukawa, Nakano y Okada, el cual, además, también fue subcampeón del mundo de 500.

Quinientos… palabras mayores. A falta del nombre que daremos al final, y que todos ya tenéis en mente, sonriamos repasando: Jack Findlay, Ginger Molloy, Alberto Pagani, Virginio Ferrari, o “los de las antípodas”  Graeme Crosby y Daryl Beattie.

A estas alturas llevamos 184 victorias de pilotos que nunca fueron campeones del mundo. Cada vez va quedando más claro que el fracaso no debería caber aquí.

Y ahora, acerquemos el objetivo y miremos a los nuestros. Sabemos que España tardó en implantarse en el mundial de velocidad, en especial a nivel de pilotos. Y necesitó largos años para llenar parrillas como hacían, especialmente, Gran Bretaña e Italia o, tiempo después, dominar como Estados Unidos en la categoría reina. El primer subcampeón español que después no lograría ningún título fue, en 1988,  el rápido, increíble y desafortunado Joan Garriga en 250. Dos años después, Carlos Cardús estaría en la misma situación. Desde entonces, Fonsi Nieto, Héctor Barberá—doble subcampeón en 125 y 250—Héctor Faubel o el añorado Luis Salom. Y la guinda de este pastel de “números 2”: el excelso Sete Gibernau, que recogió el testigo de Crivillé ’96 y fue doble subcampeón mundial de MotoGP en 2003 y 2004.

Joan Garriga, el Subcampeón del Mundo de 250cc en 1988

Y para corroborar todo lo expuesto hasta ahora, el nombre que faltaba: Randy Mamola. El piloto que, más allá de lo escrito, confirma la grandeza de los que no han sido nunca campeones. El californiano que fue cuatro veces subcampeón del mundo. En la categoría reina. Con Suzuki, con Honda y con Yamaha. Una leyenda debidamente reconocida y querido por una inmensidad de aficionados.

Llegados a este punto, me permito responder las preguntas del segundo párrafo con un no rotundo. Ninguno de estos pilotos fue campeón del mundo. Pero cualquier chico, y por suerte, cada vez más chicas, que se cierran el mono, se abrochan el casco y sueltan el embrague al apagarse el semáforo ya son ganadores en potencia. Sea en una carrera junior o en el último Gran Premio de su vida deportiva.

¡Cuántos de estos (sub)campeones han contribuido a hacer más grande o meritorio el título de algún otro piloto! Sabemos que hay campeones del mundo que se han retirado con menos victorias que muchos de estos subcampeones que hemos citado. Y debemos aceptar que es campeón el que tiene más puntos a final de temporada. Pero quien crea que ser segundo es un fracaso muy probablemente no sea un enamorado del motociclismo. Además, siempre, en cualquier deporte, para vencer se necesita un rival. Y nunca se puede quedar primero si al mismo tiempo no hay alguien que sea segundo.

Las carreras son bellas en sí. A menudo hay más adelantamientos en la lucha por un séptimo puesto que por un escalón del podio. Buscar la victoria es indispensable, pero la verdadera pasión está en cada curva, no en la bandera de cuadros.

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